jueves, 26 de agosto de 2010

Veranito. Museo Etnológico.

Hace tiempo que no escribo, bien es cierto que es por falta de ideas y de proyectos y porque el tiempo pasa muy rápido y a uno se le va el alma al cielo. Y ya hace tiempo que estamos en veranito, tiempo que también he aprovechado. En todo este tiempo a destacar:


-Fui al Historia Viva del Museo Militar de Valencia de principios de Julio de temática romana.

-A principios de Julio me licencié de Historia, tras estar por fin las notas de un trabajo presentado hace tiempo que estaba pendiente de corrección. 124 (o 132) euros para que te den un papelito bien majo que ya veremos para que sirve, según dicen, de poco.

-La segunda quincena de Julio he estado en una excavación arqueológica, 15 días, la misma que en pascuas, como voluntario, en un yacimiento ibérico del que todavía queda mucho por extraer.


Tras esto he ido a las fiestas en la aldea de donde es mi madre, y aquí sigo, que han puesto ADSL y aprovecho para postear algo interesantillo. Y es que la semana tras las fiestas da para descansar y visitar lugares y sitios interesantes de los que cada nueva visita sacas a destacar cosas nuevas.


Dicho lugar es una colección etnológica que tiene un vecino de la aldea. Cada nueva visita que hago saco a destacar cosas nuevas y las valoro mejor, porque no son trastos viejos, que es como se acostumbra a valorarlos, son, pese a todo, cultura material de nuestros antepasados, muestras de una forma de vida que ha desaparecido o, en algunos casos, está apunto de desaparecer, y cuyo valor histórico y cultural (entre otros) no debería menospreciarse.

Porque, más vale hacer historia cuando se dispone de material para hacerla, que lamentarse y preguntarse “¿que somos?” cuando no queda nada para estudiarla (lease destrucción de yacimientos arqueológicos, perdida del patrimonio histórico, literario, de la cultura material etc) y tener que partirse el seso investigandola.


¡¡Ay!!, ¡¡que me enrollo!!!.


Lo dicho, la visita en esta ocasión me ha levantado interés por las piezas que voy a mostrar y que de hecho les puede interesar a los lectores de este blog.


Antes de ello una pequeña reflexión, en ocasiones meterse en un museo etnológico nos muestra las calamitosas condiciones de vida que tenían nuestros antepasados, por ello no me puedo quejar del nivel de vida que llevamos en nuestro país, ni aún con crisis, nuestros bisabuelos se hubiesen reído de esta crisis.



Alpargatas (espardeñas, albarcas...), trabajo del esparto.

En la aldea de mi madre, el esparto se podía coger solo cuando se abría la veda para su recolección, la gente se apresuraba a su recolección para su trabajo posterior.

No explicaré el proceso de trabajo del esparto. Solo que una vez trenzado, con este se pasaba a hacer la suela y una vez acabada, las demás partes.

Su elaboración era costosa en tiempo y esfuerzo, pero por la dureza del trabajo en el campo, la alpargatas solían durar una semana con lo cual había que estar continuamente arreglándolas (remendandola) o si no podía arreglarse se reutilizaban las fibras del esparto para otros usos.

Se puede imaginar uno así el avance que supuso la reutilización de los neumáticos para las suelas del calzado de nuestros abuelos a principios del siglo XX, y si los había.

Y esta es especial. Un zapato de madera, proveniente de la provincia de Castellón.

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Cáñamo: procesado y producción de hilo de cáñamo.

“No te acostarás sin saber una cosa más”, intento seguir a rajatabla esta frase, y es que como tantas otras cosas que desconoces, en la aldea de mi madre se cultivaba cáñamo.


En la colección había varios elementos de la producción de hilo de cáñamo.

En esta imagen, cáñamo, y una cardadera de cáñamo (supongo que para extraer la parte leñosa del cáñamo y extraer las fibras). Y una rueca para hilar (creo que es eso lo de la derecha).


Una granadera ( ¿granadora?) o cortadora de cáñamo.

En la siguiente foto un torno.


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De la siguiente desconozco el nombre.

Se usaba para cuando una vasija o tinaja o cualquier utensilio de cerámica se rompía, hacer un par de agujeros por los cuales luego unir estas piezas para repararla.

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Una bayoneta.

Desconozco a primera vista el modelo, tendría que buscarlo. Seguramente sea de Mauser.


Hormas y utensilios de fabricación de calzado.


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Unas polainas de cuero. Desconozco si son de soldado, jinete, cazador o lo que fuese.




Una piedra de afilar.

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Una carreta para transportar piedras y tierra. Y es que es lo que tenía ser pobres, que la casa la construías con ayuda de tus vecinos y luego tu les ayudabas a ellos haciendo la suya propia, así pues había una carretilla para todos puesto que trabajaban juntos, ¿para qué más?.


Fuelle de herrero.

Este no es de la aldea propiamente, este es del pueblo al que pertenece la aldea.

Según me han dicho, llegó en muy mal estado, se ha “restaurado” con barnizado entre otros, y con sky (en vez de cuero). Este tenía una estructura de madera en el interior muy deteriorada, por ello se adecentó como pudieron pues hubiera sido muy difícil su total restauración.

Según el catastro de Ensenada de 1752, se cita la existencia de una herrería en el pueblo y me daría con un canto en los dientes si este fuese dicho fuelle, aunque no lo creo, son demasiados años.


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Y por último, y ya como extra, una prensa de uva.


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Espero que esta humilde entrada os haya gustado. Yo a cada día que para voy tomando más respeto si cabe por el patrimonio material de nuestros antepasados, de hace cien años, doscientas, mil o los que sean.

Ah bueno, y otro extra. De mis abuelos, lo poco que he podido salvar, un arado romano y otro arado, están por restaurar.